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¡Firma para prohibir el glifosato en la UE!

Se ha puesto en marcha una importante Iniciativa Ciudadana Europea: Prohibir el glifosato y proteger a las personas y al medio ambiente de los plaguicidas tóxicos

Te animamos a firmar aquí:

https://act.wemove.eu/campaigns/324

 

Movemos Europa, con el apoyo de numerosas  organizaciones como, entre otras, Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, FODESAM, Fundación Alborada y la Fundación Vivo Sano, han lanzado una campaña de recogida de firmas dentro de una Iniciativa Ciudadana Europea la prohibición del glifosato y la protección de las personas y del medio ambiente frente a los pesticidas tóxicos  

Es una potente iniciativa ciudadana que pretende recoger más de un millón de apoyos  en toda la UE -más de 100.000 en España- para pedir a la Comisión Europea  que proponga a los Estados miembros la prohibición del glifosato, la reforma del procedimiento de aprobación de pesticidas y el establecimiento de objetivos de reducción del empleo de pesticidas con carácter vinculante en toda la UE.

El objetivo principal es:

 -conseguir la prohibición de los herbicidas basados en el glifosato, ya que la exposición a esta sustancia se ha relacionado con el cáncer en humanos y con la degradación de  ecosistemas;

-garantizar que la evaluación científica de los pesticidas sometidos a aprobación reglamentaria en la UE se basa exclusivamente en estudios publicados y encargados por las autoridades públicas competentes, y no por la industria de los pesticidas;

-establecer objetivos de reducción del empleo de pesticidas con carácter vinculante en toda la UE, con vistas a un futuro libre de pesticidas.

EL GLIFOSATO

En 2015, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificó el glifosato como "probablemente carcinogénico para los seres humanos" (un carcinógeno del Grupo 2A).

El Reglamento de la UE 1107/2009 prohíbe el uso de plaguicidas cuando hay pruebas suficientes en animales de laboratorio de que estas sustancias pueden causar cáncer, basándose en los criterios del IARC. Por lo tanto, la aprobación de la UE para el glifosato debe ser retirada.

El glifosato es uno de los plaguicidas más utilizados en Europa y sus efectos negativos sobre el medio ambiente y la biodiversidad están claramente documentados .

DEBE MODIFICARSE LA FORMA EN QUE SE APRUEBAN PESTICIDAS

Solicitamos que cambien los procedimientos de aprobación y evaluación de los pesticidas en la UE, de modo que dejen de depender tanto de estudios realizados por las propias industrias que comercializan los pesticidas que, además, son secretos y por lo tanto no son sometidos a la crítica general de la comunidad científica

Los estudios en los que se basa la regulación de estas sustancias deben ser encargados por las  autoridades públicas no por las propias industrias. Existe una fuerte competencia entre los laboratorios que trabajan para las industrias de modo que sus ingresos pueden depender de la simpatía con que los resultados de los estudios que realizan sean vistos por ellas. De modo que aquellos estudios que tienden a no ver riesgos en los pesticidas pueden tener ventaja. Ello puede guardar relación con el hecho de que la mayoría de los estudios que realizan estos laboratorios no ven efectos en los pesticidas mientras que sí los ven la mayoría de los  miles de estudios publicados en las revistas científicas y realizados por centros de investigación muy serios. Es lo que sucede con diferentes estudios independientes que ven efectos carcinogénicos y genotóxicos en el glifosato, mientras no los ven los estudios encargados por la industria.

Los estudios para evaluar la seguridad de los plaguicidas no deben ser encargados por quienes tienen un interés muy claro en sus resultados. Corresponde a las autoridades públicas decidir quién realiza los estudios. Los costos generales del proceso de autorización de plaguicidas deben seguir siendo pagados por la industria, como ya es el caso, pero sin que exista la posibilidad de que se generen los problemas antes descritos.

Todos los estudios utilizados para respaldar la aprobación reglamentaria de los plaguicidas deben ser publicados. Hoy en día las autoridades públicas de la UE se basan en datos publicados y no publicados para evaluar los impactos sanitarios y medioambientales de los plaguicidas. Por ejemplo, cuando la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) declaró que era "improbable" que el glifosato causara cáncer a los seres humanos, argumentó que una razón importante para ello era el hecho de que había revisado estudios adicionales inéditos de la industria que no estaban a disposición de los expertos de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC). Varias personas han presentado solicitudes para acceder a estos estudios. Sin embargo, más de un año después de la publicación de la opinión de la EFSA, los estudios aún no se han revelado completamente, a pesar de las promesas de la EFSA de una mayor transparencia.

Una reciente sentencia del Tribunal Europeo de Justicia ha confirmado que los datos toxicológicos sobre peligros y riesgos de los plaguicidas no pueden ser ocultados como secretos comerciales. Sobre la base de esta decisión histórica, las autoridades nacionales y de la UE deberían publicar dichos estudios automáticamente tan pronto como los reciban, no esperando ni siquiera a que sean solicitados atendiendo al derecho a  la libertad de información. El hecho de que los estudios estén abiertos al escrutinio por expertos independientes mejorará su calidad y ayudará a identificar la posible mala conducta científica.

Tampoco se debe consentir que, como ahora sucede,  la industria pueda decidir qué país debe realizar la evaluación de sus pesticidas. Las evaluaciones de las sustancias plaguicidas se llevan a cabo primero en un Estado miembro de la UE y luego son revisadas por otras autoridades nacionales y la EFSA. Actualmente, un fabricante que desee tener una sustancia química aprobada o re-aprobada en la UE puede elegir en qué Estado miembro presentar su expediente. En el caso del glifosato, los fabricantes lo encargaron a Alemania, que ya había realizado la evaluación previa de la sustancia. De hecho, muchas de las pruebas que llevaron al IARC a clasificar el glifosato como un carcinógeno del Grupo 2A ya estaban disponibles para las autoridades alemanas cuando el glifosato fue autorizado por primera vez a nivel de la UE en 2002. Pero las autoridades de Alemania habían hecho caso omiso de ésa evidencia por lo que los fabricantes esperaban que les fueran favorables como así fue. La decisión sobre el Estado miembro de la UE que conduzca a la evaluación científica de un plaguicida no debe dejarse a la industria

Se deben establecer objetivos vinculantes de reducción en el uso de pesticidas a nivel de la UE, con miras a lograr un futuro sin plaguicidas. Además del glifosato, actualmente están autorizados en la UE más de 480 principios activos de plaguicidas. La mayoría de los agricultores, en lugar de ver los pesticidas solo como un último recurso que usar en casos realmente graves de plagas reales que no hayan podido ser combatidas de otra manera, tienen los pesticidas como la primera si no única opción y los usan rutinariamente. Los plaguicidas también se utilizan en las ciudades y en los hogares. Como resultado, el uso general de plaguicidas sigue siendo alto, y una gran variedad de residuos de plaguicidas se encuentra en los alimentos y el medio ambiente. El efecto combinado de estos pesticidas sobre el medio ambiente y nuestra salud no ha sido estudiado debidamente.

 

Cuando los plaguicidas tóxicos son retirados del mercado, o su uso se restringe, la industria de plaguicidas suele ser rápida para reemplazarlos con otras sustancias químicas. El problema es que a lo largo de las décadas desde que llevan usándose pesticidas sintéticos, una y otra vez, los pesticidas que se han venido usando como sustitutos han generado también problemas. Se retiraron, por ejemplo, la mayor parte de pesticidas organoclorados, como el DDT, y pasaron a usarse más otros como los organofosforados. Pero estos también han dado problemas, de modo que muchos de ellos han ido siendo sustituidos por otros pesticidas que, como los neonicotinoides, también han generado gravísimos problemas  (por ejemplo por sus efectos sobre los insectos polinizadores). Lo mismo podría pasar si se prohíbe el glifosato. Que podría sustituirse por otros herbicidas tóxicos como el dicamba, el glufosinato o el 2,4-D. Por ello se debe ir más allá de la mera sustitución de unos pesticidas por otros y pensar más en eliminar de forma general el uso de pesticidas sintéticos.

La Directiva 2009/128 / CE de la UE establece que para combatir las plagas en la agricultura deben priorizarse opciones no químicas , siendo el uso de los plaguicidas  sólo una posible última opción en el caso de que todos los demás métodos hayan fallado. Esa normativa insta a que se ponga fin a la dependencia de los plaguicidas en la agricultura , por lo cual, los Estados miembros de la UE deberían establecer medidas y objetivos concretos para reducir el uso general de pesticidas. Sin embargo, en la actualidad los Estados miembros no aplican adecuadamente la Directiva, y la Comisión Europea tampoco se ha molestado demasiado en hacer un debido seguimiento para garantizar que se cumpla. La Directiva debe reforzarse estableciendo objetivos a nivel de la UE, acompañados de medidas de apoyo a los agricultores, para reducir eficazmente el uso de plaguicidas.

El objetivo de la UE debe ser lograr un futuro libre de plaguicidas Los productos químicos utilizados en los plaguicidas pueden afectar a buena parte de los organisos vivos y al medio ambiente en el que viven y del que dependen, con consecuencias ecológicas potencialmente graves. En última instancia, están en grave riesgo servicios ecosistémicos esenciales como la polinización, el ciclo de nutrientes, la fertilidad del suelo y, paradójicamente, también los procesos naturales de control de plagas.

Un conjunto creciente de pruebas también muestra cómo el uso de plaguicidas socava la salud de los agricultores y sus familias, así como puede tener efectos en la salud de la población en general. Las personas están expuestas a un cóctel de plaguicidas a través de los alimentos que consumimos cada día, el agua que bebemos y la deriva por el aire de los pesticidas desde las áreas agrícolas. En las ciudades y en las zonas suburbanas y rurales, la fumigación de espacios recreativos y públicos y las áreas de infraestructura también exponen a las personas cercanas a una mezcla de sustancias químicas. Muchas sustancias también se utilizan en los hogares, contaminando casas y jardines.

 La única forma de evitar los riesgos y peligros que plantean los plaguicidas es eliminar gradualmente su uso a largo plazo. Ya existen alternativas no químicas para el manejo de plagas y malezas, pero necesitan apoyo político y financiero para ser incorporadas.

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