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Pesticidas, comida y niños con déficit de atención (Pediatrics 2010)

Esta investigación , publicada en la revista Pediatrics (la revista oficial de la Asociación Americana de Pediatría), asocia los pesticidas organofosforados -cuya principal vía de llegada al cuerpo de los niños sería la dieta no ecológica (y, en menor medida otras vías como el agua y el uso de pesticidas en interiores)- con un incremento del riesgo de sufrir el trastorno de déficit de atención e hiperactividad.

Basta leer una de las conclusiones de la investigación para darse cuenta de su posible trascendencia: "Estos resultados apoyan la hipótesis de que la exposición a esos productos, en los niveles comunes entre los niños de EE.UU., puede contribuir a la prevalencia del trastorno de déficit de atención e hiperactividad".

Fumigación

El estudio al que aludimos es:

Attention-Deficit/Hyperactivity Disorder and Urinary Metabolites of Organophosphate Pesticides. PEDIATRICS Vol. 125 No. 6 June 2010, pp. e1270-e1277(doi:10.1542/peds.2009-3058) ( Puede accederse al mismo y leerlo completo en:  http://pediatrics.aappublications.org/cgi/content/full/125/6/e1270 )

En el mismo encontramos un argumento más en favor de la necesidad de instaurar una alimentación ecológica , especialmente para los niños, como defendemos en el Fodesam.

El estudio, realizado sobre niños de los Estados Unidos por investigadores de entidades como la Universidad de Harvard o la Universidad de Montreal,  se basó en medir los niveles de una serie de sustancias en la orina de 1.139 niños de entre 8 y 15 años de edad. Las sustancias detectadas son aquellas que se forman en el cuerpo cuando se degradan los pesticidas organofosforados que entran en el organismo. Es decir, aquellas que miden el grado de exposición a este tipo de plaguicidas.

En torno a un 10% de los niños analizados tenían síntomas asociados al diagnóstico de déficit de atención e hiperactividad, lo que está en concordancia con el nivel de incidencia de este problema en nuestras sociedades.

Los investigadores autores del estudio instan a los padres a volcarse especialmente en un correcto lavado de los alimentos en los que pueda haber residuos de estos pesticidas.

Una de las cosas más interesantes de la investigación es que no se basa en analizar grupos de población con exposiciones especialmente altas a los pesticidas, como puedan ser personas que vivan en un entorno agrario donde se usen estos abundantemente o , por ejemplo, fumigadores o sus familias, sino que el estudio es representativo de la exposición general de la población.

Es decir, que los resultados podrían tener que ver con la explicación a la incidencia general del trastorno de déficit de atención e hiperactividad. Se está hablando siempre, pues, de niveles aparentemente "bajos" que aparecen en amplios porcentajes de población. Incluso los niveles que en este tipo de investigaciones aparecen como más "altos" no es que sean tampoco, comunmente, descomunales. Y éso es, precisamente, lo que da más valor a las conclusiones de estos estudios.

La investigación se basa en los datos recogidos en la National Heath and Nutrition Survey (2000-2004) y, como se apunta en el  texto: "Este estudio debe ser generalizable a la población de los EE.UU. porque la muestra de la National Health and Nutrition Survey es representativa a nivel nacional, a diferencia de estudios previos realizados sobre grupos con mayores niveles de exposición. Respecto a la importancia de estos hallazgos, decir que los fosfatos se encuentran entre los plaguicidas más utilizados" y que las concentraciones de las sustancias que se detectaban en los niños no disminuyeron entre 2000 y 2003-2004.
Desde las premisas antedichas, en el estudio al que aludimos, los niños que mostraban tener unos niveles más altos de alguna de ésas sustancias generadas por la exposición a pesticidas, -en concreto la más común de ellas, el dimetil triofosfato- llegaban a tener casi el doble de posibilidades de tener estos trastornos, que los niños con niveles indetectables. Casi el doble. Un dato , evidentemente, muy significativo.

No es la primera investigación que señala la asociación entre plaguicidas y estos problemas, pero lo que concede especial importancia a ésta en particular es que , como comentó uno de sus autores, Marc Weisskopf de la Escuela de Salud Pública de Harvard, es que basten muy bajas concentraciones para encontrarse tal asociación.

No debe olvidarse el papel neurotóxico de los organofosforados, en cuyo desarrollo inicial tanto tuvo que ver  el desarrollo de armas químicas.

Por descontado, como sucede en este tipo de publicaciones del mayor nivel científico, antes de llegar a ésas conclusiones, se filtraron una serie de factores que podrían inducir a errores de confusión por poder tener que ver también con el problema, tales como género, edad, raza, niveles de plomo, la edad de la madre, si la madre era fumadora, etc. También se excluyeron niños con bajo peso al nacer, prematuros, y demás cosas.

Los investigadores autores del estudio instan a los padres a volcarse especialmente en un correcto lavado de los alimentos en lo que pueda haber residuos de estos pesticidas. En el Fodesam, no obstante, pensamos que el mejor "lavado" es el que no es necesario porque simplemente no se hayan usado pesticidas que lavar luego mejor o peor, si es que es posible eliminarlos del todo. Es decir: es mejor alimentarse con productos en cuya obtención no se hayan utilizado ésas sustancias (productos biológicos de garantía).

En la publicación se aborban muchos temas interesantes que complementan la investigación principal, como los que se citan a continuación:

Se alude a las decenas de organofosforados empleados en los EE.UU. y a las principales vías de llegada al cuerpo humano: alimentos, agua, uso de pesticidas domésticos,...

A como los cerebros que están en desarrollo (como los de los niños) son más susceptibles a los efectos de los organofosforados (citando a: Weiss B. Vulnerability of children and the developing brain to neurotoxic hazards. Environ Health Perspect. 2000;108(suppl 3):375–381.( En http://www.jstor.org/pss/3454523 ,  http://cel.isiknowledge.com/InboundService.do?product=CEL&action=retrieve&SrcApp=Highwire&UT=000087748400002&SID=3Dfm7CDpge8NHd58PgB&Init=Yes&SrcAuth=Highwire&mode=FullRecord&customersID=Highwire ,y en http://pediatrics.aappublications.org/cgi/external_ref?access_num=10852831&link_type=MED )

Cómo los niños acumulan más estos tóxicos que otros grupos de edad, como se ha comprobado analizando su orina en otras investigaciones (cita a: Barr DB, Bravo R, Weerasekera G, et al. Concentrations of dialkyl phosphate metabolites of organophosphorus pesticides in the US population. Environ Health Perspect. 2004;112(2):186–200  http://pediatrics.aappublications.org/cgi/external_ref?access_num=000189149800034&link_type=ISI  y en: http://pediatrics.aappublications.org/cgi/external_ref?access_num=14754573&link_type=MED )

Como los niños tienen menos enzimas ligadas a los procesos de eliminación de tóxicos, lo que les hace más suceptibles (cita a: Furlong CE, Holland N, Richter RJ, Bradman A, Ho A, Eskenazi B. PON1 status of farmworker mothers and children as a predictor of organophosphate sensitivity. Pharmacogenet Genomics. 2006;16(3):183–190 (En: http://pediatrics.aappublications.org/cgi/external_ref?access_num=000246126900004&link_type=ISI y en http://pediatrics.aappublications.org/cgi/external_ref?access_num=16495777&link_type=MED ) y a: Holland N, Furlong C, Bastaki M, et al. Paraoxonase polymorphisms, haplotypes, and enzyme activity in Latino mothers and newborns. Environ Health Perspect. 2006;114(7):985–991 (en: http://pediatrics.aappublications.org/cgi/external_ref?access_num=000239035100026&link_type=ISI y en http://pediatrics.aappublications.org/cgi/external_ref?access_num=16835048&link_type=MED )

Cómo ya había estudios precedentes que asociaban la exposición prenatal a organofosforados con desórdenes del desarrollo y retrasos en el desarrollo mental cuando ésos niños tienen 2 o 3 años (cita a: Rauh VA, Garfinkel R, Perera FP, et al. Impact of prenatal chlorpyrifos exposure on neurodevelopment in the first 3 years of life among inner-city children. Pediatrics. 2006;118(6). Disponible en: http://www.pediatrics.org/cgi/content/full/118/6/e1845 y a: Eskenazi B, Marks AR, Bradman A, et al. Organophosphate pesticide exposure and neurodevelopment in young Mexican-American children. Environ Health Perspect. 2007;115(5):792–798 (en: http://pediatrics.aappublications.org/cgi/external_ref?access_num=000246159900042&link_type=ISI y en http://pediatrics.aappublications.org/cgi/external_ref?access_num=17520070&link_type=MED )

También cita los estudios que asocian la exposición post-natal con problemas de conducta, mala memoria a corto  plazo , peores habilidades motoras, y mayor lentitud de reacción en los niños (cita a: Grandjean P, Harari R, Barr DB, Debes F. Pesticide exposure and stunting as independent predictors of neurobehavioral deficits in Ecuadorian school children. Pediatrics. 2006;117(3).Disponible en  http://www.pediatrics.org/cgi/content/full/117/3/e546 tambien cita a: Ruckart PZ, Kakolewski K, Bove FJ, Kaye WE. Long-term neurobehavioral health effects of methyl parathion exposure in children in Mississippi and Ohio. Environ Health Perspect. 2004;112(1):46–51 (en: http://pediatrics.aappublications.org/cgi/external_ref?access_num=000187914500039&link_type=ISI y en http://pediatrics.aappublications.org/cgi/external_ref?access_num=14698930&link_type=MED) y a: Rohlman DS, Arcury TA, Quandt SA, et al. Neurobehavioral performance in preschool children from agricultural and non-agricultural communities in Oregon and North Carolina. Neurotoxicology. 2005;26(4):589–598 ( en: http://pediatrics.aappublications.org/cgi/external_ref?access_num=10.1016%2Fj.neuro.2004.12.002&link_type=DOI, en http://pediatrics.aappublications.org/cgi/external_ref?access_num=000231689400011&link_type=ISI y en http://pediatrics.aappublications.org/cgi/external_ref?access_num=16112324&link_type=MED)

Por último y por no citar más detalles, aclara algunos detalles , conocidos por ejemplo mediante experimentos con animales, acerca de como pueden ser los sutiles mecanismos por los que los organofosforados pueden alterar el delicado equilibrio de la química del cerebro.

 

UN APUNTE DEL FODESAM:

Los datos de esta investigación nos llevan a solicitar de las autoridades competentes la adopción de medidas en aras de un elemental principio de precaución que sirva para salvaguardar a los niños de las posibles consecuencias.

Una de las medidas más básicas en la que no dejaremos nunca de insistir, es en la necesidad de generalizar la implantación de la alimentación ecológica, sin empleo de pesticidas, para los niños. En este sentido, una medida acertada sería la de implantar la alimentación ecológica en todos los comedores escolares del país, no solo en los públicos y concertados, sino también en los privados. Máxime si como parece sugerir la literatura científica citada, y al margen de otros posibles perjuicios, tal exposición aparece asociada a algo que afectaría al rendimiento escolar.

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La alimentación biológica reduce la exposición de los niños a pesticidas (dos estudios en Environmental Health Perspectives)

Un nuevo estudio científico, esta vez con fresas, vuelve a demostrar la aplastante superioridad de los productos biológicos

y otros como

Niños

Pesticidas, venenos confesos

Alimentación sana


UNA RESEÑA EN PRENSA:

http://www.reuters.com/article/idUSTRE64G41R20100517

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